La casa de atrás

En Skröven, un pequeño pueblo en el norte de Suecia, un taxi se detiene y el pasajero desciende con la ayuda del chofer. La mujer que lo recibe lo sostiene mientras el vehículo se aleja. Es invierno y la nieve trastoca el paisaje. El anciano estudia los alrededores.

—¿Viene de muy lejos?

—No se imagina de cuánto.

Estuvieron en su propiedad cerca de veinte minutos; justo lo necesario para que Veronika le ofreciera algo para beber y trajera a Emma del dormitorio. El inquilino se mostró muy educado y paciente y, poco después, le pidió que continuaran hacia la casa que había alquilado. Cuando se quedó solo, Lorenz se acercó a la ventana y deslizó la cortina; alcanzó a verla recorrer los últimos metros del camino. Antes de desaparecer, la mujer había tenido el descaro devoltear y mirar la desdichada edificación en donde lo había dejado. Sin apartarse del vidrio, el viejo reunió saliva y escupió en el piso. Al soltar la tela, metió la mano en el bolsillo y, a paso firme y vivaz, caminó hasta la mesa.Del bolsillo de su campera extrajo un papel doblado. Era la fotografía que había robado cuando Veronika había ido en busca de su hija. Observó la imagen con ansias y le pasó la lengua.

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La casa de atrás